jueves, 21 de marzo de 2013

Tránsito de San Benito. Laeta quies.


El día 21 de marzo recordamos los monjes benedictinos el Tránsito de nuestro Padre san Benito. En su honor, se canta hoy una secuencia que recibe su título de sus primeras palabras: Laeta quies. Se trata de un poema en honor del paso de este mundo al Padre del santo varón. A veces, se cambia la primera frase por laeta dies, para así poderlo cantar no sólo en este día. Pero la fórmula original es la dispuesta para la solemnidad del Tránsito de san Benito. Está escrita en modo sexto, el llamado modo místico, es decir, uno de los ocho modos gregorianos, que se caracteriza por sus reposadas melodías, que invitan a la contemplación mística. Es, sin duda, una de las piezas que más nos emocionan a los monjes cuando las cantamos. Su texto se inspira en la biografía espiritual del santo, escrita por San Gregorio Magno en los Diálogos, donde afirma que san Benito estuvo lleno de todos los carismas del Espíritu, y lo compara con los grandes profetas de la antigüedad. Que san Benito, como dice la secuencia, nos ayude a alcanzar a todos los gozos sempiternos.





Laeta dies magni ducis,
Dona ferens novae lucis,
Hodie recolitur.

Caris datur piae menti,
Corde sonet in ardenti,
Quidquid foris promitur.

Hunc per callem orientis
Admiremur ascendentis
Patriarchae speciem.

Amplum semen magnae prolis
Illum fecit instar solis
Abrahae persimilem.

Corvum cernis ministrantem,
Hinc Eliam latitantem
Specu nosce parvulo.

Elisaeus dignoscatur,
Cum securis revocatur
De torrentis alveo.

Illum Joseph candor morum,
Illum Jacob futurorum
Mens effecit conscia.

Ipse memor suae gentis,
Nos perducat in manentis.
Semper Christi gaudia.




   Hoy se celebra el gozoso día del gran Cau­dillo, que nos trae los dones de una nueva luz.

     Gracia se da al alma pia­dosa; re­suene, pues, en el corazón fervoroso cuanto exteriormente se publica.
   
  Admiremos el esplendor del Patriar­ca que asciende por la senda del O­riente.


     La vasta estirpe de su gran familia le ha hecho resplan­decer cual otro sol, a seme­janza de Abraham.

     Mira el cuervo cómo le sirve y le reconóce en la an­gosta ca­verna, cual Elías, escondido.

     Se parece a Eliseo, cuando del cau­ce del río hace subir la segur.


     El entendimiento le paran­gona a José por la pureza de costumbres, y a Jacob por los vatici­nios.

     Que él, pues, acordándose de sus hijos, nos conduzca a los gozos de Cristo siempre perdu­rable. Amén.

No hay comentarios:

Publicar un comentario