Abandonamos hoy la polifonía renacentista que venimos escuchando esta Cuaresma, para retroceder en el tiempo casi diez siglos, a una época tardía del Canto Gregoriano, en torno al siglo VII, y escuchar una de las plegarias penitenciales más hermosas de la Iglesia: Attende, Domine, et miserere. Parece ser que esta súplica procede de una letanía de la liturgia Hispana, que pasó a la liturgia romana. Se trata de una invocación a la misericordia de Dios, para que perdone nuestros pecados. Sirva en este cuarto domingo de Cuaresma como expresión musical de nuestro deseo de conversión.
Attende Domine,
et miserere, quia peccavimus tibi.
Ad te Rex summe,
omnium Redemptor,
oculos nostros
sublevamus flentes:
exaudi, Christe,
supplicantum preces.
Attende Domine,
et miserere, quia peccavimus tibi.
Dextera Patris,
lapis angularis,
via salutis,
ianua caelestis,
ablue nostri
maculas delicti.
Attende Domine,
et miserere, quia peccavimus tibi.
Rogamus, Deus,
tuam maiestatem:
auribus sacris
gemitus exaudi:
crimina nostra
placidus indulge.
Attende Domine,
et miserere, quia peccavimus tibi.
Tibi fatemur
crimina admissa:
contrito corde
pandimus occulta:
tua, Redemptor,
pietas ignoscat.
Attende Domine,
et miserere, quia peccavimus tibi.
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Escucha, Señor y ten misericordia
porque hemos pecado contra Ti.
A Ti, Rey soberano,
Redentor de todos
levantamos nuestros ojos
en llanto;
escucha, Cristo,
las plegarias de los que te suplican.
porque hemos pecado contra Ti. Oh diestra del Padre,
piedra angular,
camino de la salvación
y puerta del cielo:
lava las manchas
de nuestros delitos.
porque hemos pecado contra Ti. Rogamos oh Dios,
a tu majestad:
con tus oídos santos
escucha nuestros gemidos,
perdona bondadoso
nuestras culpas.
porque hemos pecado contra Ti. Nuestros pecados cometidos
los confesamos ante Ti;
con corazón contrito
te manifestamos lo oculto;
que tu clemencia, oh Redentor,
nos las perdone.
porque hemos pecado contra Ti. |
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