El Domingo es el día del Señor, el de la Resurrección de Jesucristo. Desde el inicio mismo del Cristianismo, fue el día en el que los creyentes entonaban el Aleluya. Este canto pascual de Israel pasó a expresar la plenitud de la salvación que en Cristo Jesús confesamos. El Aleluya ocupó un lugar privilegiado en la elaboración del repertorio de todas las tradiciones litúrgicas y musicales. El canto gregoriano de la Iglesia de Roma adornó esas sencillas sílabas con los llamados melismas, que expresaban el iubilus, es decir, el júbilo, a través de melodías sin texto, cuyo sentido musical consistía en expresar el gozo creyente ante el Señor Resucitado. Durante la Edad Media fue usual interpretar estas melodías con arpas, cítaras y órganos. Hoy vamos a escuchar, precisamente, una bella improvisación sobre el Aleluya del primer tono. Lo interpreta Manuel Vilas,con un arpa medieval construido sobre el modelo de los instrumentos del Pórtico de la Gloria compostelano.
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