lunes, 29 de julio de 2013

Carlo Gesualdo. Miserere.

El salmo cincuenta, conocido como el Miserere por su primera letras, es uno de los textos más conmovedores de todo el Antiguo Testamento. Se considera compuesto a propósito del pecado que David cometió con Betsabé, haciendo morir a su marido Urías. Reprochado por medio del profeta Natán, se arrepintió David de su pecado, y expresó a través de este salmo su dolorida conversión.

Sobre este texto se han compuesto obras musicales excepcionalmente bellas. Ya hemos escuchado anteriormente los de Allegri y Josquin de Pres. Hoy escucharemos la obra que Carlo Gesualdo compuso sobre este tema, de una sobriedad y altura mística extraordinarias.



Miserere mei, Deus, secundum magnam misericordiam tuam. 

Et secundum multitudinem miserationum tuarum, dele iniquitatem meam. 

Amplius lava me ab iniquitate mea: et a peccato meo munda me. 

Quoniam iniquitatem meam ego cognosco: et peccatum meum contra me est semper. 

Tibi soli peccavi, et malum coram te feci: ut justificeris in sermonibus tuis, et vincas cum judicaris. 

Ecce enim in iniquitatibus conceptus sum: 
et in peccatis concepit me mater mea. 

Ecce enim veritatem dilexisti: incerta et occulta sapientiae tuae manifestasti mihi. 

Asperges me hyssopo, et mundabor: lavabis me et super nivem dealbabor. 

Auditui meo dabis gaudium et laetitiam: et exsultabunt ossa humiliata. 

Averte faciem tuam a peccatis meis: et omnes iniquitate meas dele. 

Cor mundum crea in me, Deus, et spiritum rectum innova in visceribus meis. 

Ne projicias me a facie tua: et spiritum sanctum tuum ne auferas a me. 

Redde mihi laetitiam salutaris tui: et spiritu principali confirma me. 

Docebo iniquos vias tuas: et impii ad te convertentur. 

Libera me de sanguinibus, Deus, Deus salutis meae et exsultabit lingua mea justitiam tuam. 

Domine, labia mea aperies: et os meum annuntiabit laudem tuam. 

Quoniam si voluisses sacrificium, dedissem utique: holocaustis non delectaberis. 

Sacrificium Deo spiritus contribulatus: cor contritum et humiliatum, Deus, nos despicies. 

Benigne fac, Domine, in bona voluntate tua sion: ut aedificentur muri Jerusalem. 

Tunc accetabis sacrificium justitiae, oblationes et holocausta: tunc imponent super altare tuum vitulos. 


Ten misericordia de mi, oh Dios: conforme a tu gran misericordia. 

Y conforme a la multitud de tus piedades, borra mi maldad. 

Lávame enteramente de mi culpa, y límpiame de mi pecado. 

Porque yo conozco mi maldad, y mi pecado está siempre ante mis ojos. 


Contra ti solo he pecado, y hecho lo malo delante de ti: porque te justifiques en tus palabras, y venzas en tu juicio. 

He aquí que en iniquidades fui engendrado, y en pecados me concibió mi madre. 
He aquí que amas la verdad: me has manifestado los misterios y secretos de tu sabiduría. 
Rocíame con hisopo y seré limpio: lávame, y seré emblanquecido más que la nieve. 
Hazme oir el gozo y la alegría, y saltarán de placer mis huesos apocados. 

Aparta tu rostro de mis pecados, y borra todas mis iniquidades. 

Crea en mi, oh Dios, un corazón puro y renueva dentro de mi un espíritu recto. 

No me eches de tu presencia, y no quites de mi tu santo espíritu. 

Devuélveme el gozo de tu salvación, sosténgame un espíritu de príncipe. 

Enseñaré a los pecadores tus caminos, y los impíos se convertirán a ti. 

Líbrame de toda sangre, oh Dios, de mi salud, y cantará mi lengua tu justicia. 


Señor, abrirás mis labios, y mi boca anunciará tu alabanza. 

Porque si hubieras querido sacrificio, yo lo hubiera ofrecido: mas no te serán agradables los holocaustos. 

Para Dios es sacrificio un espíritu atribulado: el corazón contrito y humillado, oh Dios, no lo despreciarás. 

Haz bien, oh Señor, con tu buena voluntad a Sión: para que sean edificados los muros de Jerusalén. 
Entonces aceptarás el sacrificio legítimo, las ofrendas y holocaustos: entonces ofrecerán sobre tu altar becerros. 

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