La Misa del Sábado de Ceniza comienza con este Introito, cuyo texto procede del salmo 68, un salmo de súplica de un orante que se ve con las aguas al cuello, y ya no puede hacer pie. La obra está compuesta en el tono séptimo, un tono brillante que destaca las palabras relativas a la misericordia.
No sólo es la ardiente plegaria de cada uno de nosotros, cuando nos vemos asaltados por los peligros de la vida; este sábado de ceniza se convierte también en la oración de Jesús, que se ve sumergido en el agua de la muerte para salvarnos. La respuesta de Dios a este grito vendrá en la Pascua, y participando por el Bautismo en la Resurrección de Cristo, esperamos nosotros también atravesar estas aguas peligrosas para llegar al Reino eterno.
No sólo es la ardiente plegaria de cada uno de nosotros, cuando nos vemos asaltados por los peligros de la vida; este sábado de ceniza se convierte también en la oración de Jesús, que se ve sumergido en el agua de la muerte para salvarnos. La respuesta de Dios a este grito vendrá en la Pascua, y participando por el Bautismo en la Resurrección de Cristo, esperamos nosotros también atravesar estas aguas peligrosas para llegar al Reino eterno.
Exaudi nos, Domine, quoniam benigna est misericordia tua: secundum multitudinem miserationum tuarum respice nos, Domine.
Salvum me fac, Deus: quoniam intraverunt aquae usque ad animam meam. Gloria Patri, et Filio, et Spiritui Sancto. Sicut erat in principio, et nunc et semper, et in saecula saeculorum. Amen. |
Escúchanos, Señor, porque es benigna tu misericordia. Por tu inmensa compasión, míranos, Señor.
Sálvame, Señor, que me llegan las aguas al cuello. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. |
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