Quia fecit mihi magna qui potens est et sanctum nomen eius. Es decir: Porque el poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo.
Así sigue el Magnificat, que venimos escuchando en la versión de Juan Sebastian Bach. María reconoce no sólo el hecho de haber sido escogida, sino el hecho concreto de la Encarnación del Hijo de Dios en ella, una virgen. Al mismo tiempo que reconoce su humildad, proclama nuevamente la grandeza de Dios, de quien no se atreve a pronunciar su nombre, sino que se limita a decir que su nombre es santo.
Bach confió este fragmento a la voz del bajo, acompañado por un órgano positivo, en una sección de mayor intimidad y recogimiento que las circundantes. La versión que vamos a escuchar tiene ya cincuenta años; la grabó en Munich el experto en Bach Karl Richter, y su intérprete es el no menos famoso bajo Dietrich Fischer-Diskau.
No hay comentarios:
Publicar un comentario