sábado, 19 de enero de 2013

Misericordia, Dios mío

La liturgia del día de hoy nos presenta a Jesús comiendo con Mateo: un pecador público, alguien digno de desprecio y probablemente condenado al eterno castigo de Dios. Sin embargo, el verdadero Dios sale al encuentro del hombre, y esta misericordia del Altísimo mueve de tal manera el corazón de Mateo, que lo deja todo y se convierte en su discípulo.
Tantas veces en nuestra vida sucede este movimiento de la penitencia: entramos dentro de nosotros mismo, reconocemos el amor de Dios que nos llama, y volvemos arrepentidos a los brazos amorosos del Padre, que nos perdona.
Un texto de gran elocuencia a este respecto es el salmo 50, el Miserere (Misericordia, Dios mío, por tu inmensa compasión). Un autor del primer barroco romano, Gregorio Allegri, compuso una sublime partitura para este texto, que todavía hoy nos conmueve. Que sirva para la oración de este día.


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