La Eucaristía del día de epifanía se inicia con una de las piezas más sencillas y admirables de todo el repertorio gregoriano. Su texto dice así:
Ecce advenit dominator Dominus: et regnum in manu eius, et potestas et imperium.
Traducido, diría así:
He aquí que llega el Señor, dominador; y tiene en su mano el reino, el poder y el imperio.
En realidad, se trata de una mezcla de distintas citas del Antiguo Testamento, referidas a la exaltación del rey de Israel.
La composición parece que fue ya utilizada en la liturgia que se celebraba en la corte imperial de Constantinopla, en tiempos de Justiniano.
El canto es solemne, sin excesivos adornos musicales, y con un ritmo casi procesional.
La composición enfatiza la paradoja que tuvo lugar en el portal de Belén: un niño recién nacido, con unos padres en un estado de necesidad extremo, reciben el homenaje de tres próceres llegados de lejanas tierras para adorar al rey anunciado por un prodigio cósmico.
Como ilustración para esta composición, puede verse la procesión de entrada del día de Epifanía en la liturgia papal del año 2011. Toda la grandeza humana se postra con veneración y admiración, como nada que es, ante el Todo del Dios, encarnado en Jesús.
Sin embargo, para la oración, he aquí la versión que en el siglo XVI compuso en polifonía el inglés William Byrd, ilustrado con imágenes de la Adoración de los Magos de Van der Weyden. ¡Buena oración, contemplación y alabanza!
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