El Oficio de Difuntos es una composición litúrgica llena de piezas extremadamente conmovedoras. Hoy hemos elegido una de ellas, el responsorio del tercer nocturno de Maitines: Peccantem me quotide.
Peccantem me quotidie, et non poenitentem, timor mortis conturbat me. Quia in inferno nulla est redemptio, miserere mei, Deus, et salva me. | Al pecar cada día y no convertirme, me estremece el temor a la muerte. Ya que en el infierno no es posible la redención, ten piedad de mí, Dios mío, y sálvame. |
El autor de la versión que hoy proponemos es uno de los músicos más geniales y controvertidos del Renacimiento: Carlo Gesualdo, Príncipe de Venosa (1566-1613). Su vida estuvo marcada por el adulterio de su esposa, María de Ávalos, su bárbaro asesinato; su posterior nuevo matrimonio, envuelto con sus propias infidelidades, y las desmedidas penitencias que se impuso al final de su vida. De sus propias experiencias vitales brota una música conmovedora, sobre un texto que urge a la conversión, ante el recuerdo de la propia muerte.
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