El introito de la misa del domingo primero de Adviento es una de las obras maestras del canto gregoriano. Toma un versículo del salmo 24: A ti levanto mi alma, Dios mío, y construye una melodía sobriamente adornada, que expresa el anhelo de la entera creación por la venida del Señor.
Ad te levavi animam meam: Deus meus, in te confido, non erubescam: neque irrideant me inimici mei: etenim universi, qui te exspectant, non confundentur.
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A ti levanto mi alma, Dios mío, en ti confío, ¡no sea confundido, no triunfen de mí mis enemigos! No hay confusión
para el que espera en ti. Muéstrame tus caminos, Señor, enséñame tus sendas. |
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