La Misa del miércoles cuarto de Cuaresma nos presenta a Jesús manifestándose como el Hijo de Dios, en quien viviremos si escuchamos su palabra. La liturgia comienza, sin embargo, suplicando al Señor que nos escuche él a nosotros. Efectivamente, necesitamos su ayuda, pues su gracia abre nuestros corazones y nos mueve a creer en él. El introito está construido en el modo quinto, lo que le da una musicalidad alegre y dinámica. Los adornos principales resaltan las palabras orationem y meam: mi oración; es decir, se pone de relieve la súplica.
Exaudi, Deus, orationem meam,
et ne despexeris deprecationem meam: intende in me et exaudi me. |
Escucha, Señor, mi oración, y no desprecias mi súplica. Hazme caso y escúchame.
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