La liturgia de este domingo nos habla del perdón de los pecados. Por eso, hemos elegido como comentario musical una de las obras maestras del renacimiento: el Miserere de Josquin des Prés (1450-1521). Se trata de un motete para cinco voces, que compuso entre 1503 a 1504 para el duque Hercules I de Ferrara. Este príncipe estaba en relación con otro célebre ciudadano de Ferrara, el dominico Savonarola, que se había impuesto de Florencia y pretendía la reforma de la Iglesia Católica. Precisamente la obra de Josquin está inspirada en el trágico final y ejecución de Savonarola. En sintonía con el rechazo del austero dominico a la compleja polifonía flamenca, Josquin se esforzó por componer una música muy concentrada. El resultado fue una obra de una sobriedad y profundidad llamativa, siendo el texto fácilmente comprensible.
Miserere mei, Deus, secundum magnam misericordiam tuam.
Et secundum multitudinem miserationum tuarum, dele iniquitatem meam. Amplius lava me ab iniquitate mea: et a peccato meo munda me. Quoniam iniquitatem meam ego cognosco: et peccatum meum contra me est semper. Tibi soli peccavi, et malum coram te feci: ut justificeris in sermonibus tuis, et vincas cum judicaris. Ecce enim in iniquitatibus conceptus sum: et in peccatis concepit me mater mea. Ecce enim veritatem dilexisti: incerta et occulta sapientiae tuae manifestasti mihi. Asperges me hyssopo, et mundabor: lavabis me et super nivem dealbabor. Auditui meo dabis gaudium et laetitiam: et exsultabunt ossa humiliata. Averte faciem tuam a peccatis meis: et omnes iniquitate meas dele. Cor mundum crea in me, Deus, et spiritum rectum innova in visceribus meis. Ne projicias me a facie tua: et spiritum sanctum tuum ne auferas a me. Redde mihi laetitiam salutaris tui: et spiritu principali confirma me. Docebo iniquos vias tuas: et impii ad te convertentur. Libera me de sanguinibus, Deus, Deus salutis meae et exsultabit lingua mea justitiam tuam. Domine, labia mea aperies: et os meum annuntiabit laudem tuam. Quoniam si voluisses sacrificium, dedissem utique: holocaustis non delectaberis. Sacrificium Deo spiritus contribulatus: cor contritum et humiliatum, Deus, nos despicies. Benigne fac, Domine, in bona voluntate tua sion: ut aedificentur muri Jerusalem. Tunc accetabis sacrificium justitiae, oblationes et holocausta: tunc imponent super altare tuum vitulos. |
Ten misericordia de mi, oh Dios: conforme a tu gran misericordia.
Y conforme a la multitud de tus piedades, borra mi maldad. Lávame enteramente de mi culpa, y límpiame de mi pecado. Porque yo conozco mi maldad, y mi pecado está siempre ante mis ojos. Contra ti solo he pecado, y hecho lo malo delante de ti: porque te justifiques en tus palabras, y venzas en tu juicio. He aquí que en iniquidades fui engendrado, y en pecados me concibió mi madre. He aquí que amas la verdad: me has manifestado los misterios y secretos de tu sabiduría. Rocíame con hisopo y seré limpio: lávame, y seré emblanquecido más que la nieve. Hazme oir el gozo y la alegría, y saltarán de placer mis huesos apocados. Aparta tu rostro de mis pecados, y borra todas mis iniquidades. Crea en mi, oh Dios, un corazón puro y renueva dentro de mi un espíritu recto. No me eches de tu presencia, y no quites de mi tu santo espíritu. Devuélveme el gozo de tu salvación, sosténgame un espíritu de príncipe. Enseñaré a los pecadores tus caminos, y los impíos se convertirán a ti. Líbrame de toda sangre, oh Dios, de mi salud, y cantará mi lengua tu justicia. Señor, abrirás mis labios, y mi boca anunciará tu alabanza. Porque si hubieras querido sacrificio, yo lo hubiera ofrecido: mas no te serán agradables los holocaustos. Para Dios es sacrificio un espíritu atribulado: el corazón contrito y humillado, oh Dios, no lo despreciarás. Haz bien, oh Señor, con tu buena voluntad a Sión: para que sean edificados los muros de Jerusalén. Entonces aceptarás el sacrificio legítimo, las ofrendas y holocaustos: entonces ofrecerán sobre tu altar becerros. |
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