Las invocaciones en la liturgia al Espíritu Santo son, al mismo tiempo, sencillas y profundas. Musicalmente se caracterizan por su bella sencillez; teológicamente por la riqueza de su contenida. Una de estas invocaciones es la Secuencia que se ha conservado en la Misa, antes de la proclamación del Evangelio: Veni Sancte Espiritus. Se trata de una oración que bien puede rezarse en todo momento, pero más que nunca en la expectación de la Iglesia. Que hoy nos sirva la secuencia gregoriana de plegaria musical.
Veni Sancte Spiritus et emite caelitus lucis tuae radium
Veni pater pauperum, veni dator munerum, veni lumen cordium. Consolator optime, dulcis hospes animae, dulce refrigerium. In labore requies, in aestu temperies, in fletu solatium. O lux beatissima, reple cordis intima tuorum fidelium. Sine tuo numine nihil est in homine, nihil est inoxium. Lava quod est sordidum, riga quod est aridum, sana quod est saucium. Flecte quod est rigidum, fove quod est frigidum, rege quod est devium. Da tuis fidelibus in te confidentibus, sacrum septenarium. Da virtutis meritum, da salutis exitum, da perenne gaudium. Amen, Alleluia. |
Ven Espíritu Santo y desde el cielo envía un rayo de tu luz.
Ven padre de los pobres, ven dador de las gracias, ven luz de los corazones. Consolador óptimo, dulce huésped del alma, dulce refrigerio. Descanso en el trabajo, en el ardor tranquilidad, consuelo en el llanto. Oh luz santísima: llena lo más íntimo de los corazones de tus fieles. Sin tu ayuda nada hay en el hombre, nada que sea inocente. Lava lo que está manchado, riega lo que es árido, cura lo que está enfermo. Doblega lo que es rígido, calienta lo que es frío, dirige lo que está extraviado. Concede a tus fieles que en Ti confían, tus siete sagrados dones. Dales el mérito de la virtud, dales el puerto de la salvación, dales el eterno gozo. Amén, Aleluya. |
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