En el canto gregoriano se llama centón a una melodía ya existente, que se aplica a un determinado texto, con lo cual se obtiene una nueva pieza. Es un recurso muy utilizado a lo largo de los siglos. Un buen ejemplo es la antífona Aleluya que hoy presentamos. La melodía de la antífona es sobradamente conocida, pero se aplica a un texto que solo dice nueve veces Aleluya. Se trata de una alabanza trinitaria, basada en el triple simbolismo del número tres, con la viveza propia del octavo modo gregoriano.
Después de la antífona, escuchamos el canto del Nunc dimittis (Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz), del Oficio de Completas, con la antífona Salva nos, Domine (Sálvanos, Señor). Los interpretes son los mismos que nos han deseado estos días el Pax Vobis a todos los orantes de este Oratorio Monástico.
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