De lamentatióne Ieremíæ prophétæ. HETH. Cogitávit Dóminus dissipáre murum fíliæ Sion: teténdit funículum suum, et non avértit manum suam a perditióne: luxítque antemurále, et murus páriter dissipátus est. TETH. Defíxæ sunt in terra portæ eius: pérdidit, et contrívit vectes eius: regem eius et príncipes eius in géntibus: non est lex, et prophétæ eius non invenérunt visiónem a Dómino. IOD. Sedérunt in terra, conticuérunt, senes fíliæ Sion: conspersérunt cínere cápita sua, accíncti sunt cilíciis, abiecérunt in terram cápita sua vírgines Ierúsalem. CAPH. Defecérunt præ lácrimis óculi mei, conturbáta sunt víscera mea: effúsum est in terra iecur meum super contritióne fíliæ pópuli mei, cum defíceret párvulus et lactens in platéis óppidi. Ierúsalem, Ierúsalem, convértere ad Dóminum Deum tuum. | Lamentaciones del Profeta Jeremias Heth. El Señor determinó arrasar las murallas de Sión: tendió la plomada y no retiró la mano que derribaba; muros y baluartes se lamentaban al desmoronarse juntos. Teth. Derribó por tierra las puertas, rompió los cerrojos. Rey y príncipes estaban entre los gentiles. No había ley. Y los profetas ya no recibían visiones del Señor. Yod. Los ancianos de Sión se sientan en el suelo silenciosos, se echan polvo en la cabeza y se visten de sayal; las doncellas de Jerusalén humillan hasta el polvo la cabeza. Caph. Se consumen en lágrimas mis ojos, de amargura mis entrañas; se derrama por tierra mi hiel, por la ruina de la capital de mi pueblo; muchachos y niños desfallecen por las calles de la ciudad. ¡Jerusalén, Jerusalén, conviértete al Señor, tu Dios! |
jueves, 29 de octubre de 2015
Lamentaciones mozárabes. Lección 1 del Viernes Santo
El Evangelio nos lleva hoy a lamentarnos, con Jesús, de la suerte de Jerusalén. Por eso, escuchamos la primera de las lamentaciones que se cantan en la liturgia del Viernes Santo, en la versión mozárabe de los monjes de Silos.
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