Hoy celebramos la gozosa solemnidad de la Ascensión del Señor. Tanto el Oficio como la Misa están impregnados por el textos de los Hechos de los Apóstoles: a los cuarenta días, los apóstoles salen de Jerusalén, y a la vista de todos, tras bendecirlos, asciende el Señor al cielo y se marcha de junto a ellos. "Varones galileos, ¿qué andáis mirando?", dice el texto, que de varias formas comenta musicalmente el canto gregoriano. Pero, en el Oficio de Vísperas, hay una antífona que recoge una oración verdaderamente bella: O rex gloriae, Domine virtutum, qui triumphator hodie super omnes caelos ascendisti, ne derelinquas nos orphanos, sed mitte promissum Patris in nos, Spiritum veritatis, alleluia. Es decir, Oh, Rey de la gloria, Señor del universo, que hoy asciendes triunfante al cielo, no nos dejes huérfanos, envíanos desde el Padre tu promesa, el Espíritu de la verdad, aleluya. En primer lugar, vamos a escuchar esta antífona en su versión gregoriana, interpretada por el profesor Vianini de Milán.
Por supuesto, esta antífona fue utilizada por diversos compositores de música sagrada. Uno de ellos es Sebastián de Vivanco, un compositor castellano de la segunda mitad del siglo XVI, paisano del maestro Victoria, que trabajó para diversas catedrales castellanas, concluyendo su carrera en Salamanca. De él escuchamos esta antífona, con un sólido acompañamiento musical.
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