martes, 24 de junio de 2014

Himno Ut queant laxis

En honor de san Juan Bautista escuchamos hoy el célebre himno de su solemnidad Ut queant laxis, compuesto por Pablo Diácono en el siglo VIII, interpretado por los monjes de Silos.

De las primeras sílabas de los versos de este himno toman nombre las notas musicales de la notación latina moderna, hecho realizado por Guido de Arezzo en el siglo XI. Guido de Arezzo utilizó la primera sílaba de cada estrofa, excepto la última: ut, re, mi, fa, sol, la. Siglos más tarde, Anselmo de Flandes introdujo el nombre si para la nota faltante, combinando las iniciales de Sancte Ioannes.

Posteriormente, en el siglo XVII el musicólogo italiano Giovanni Battista Doni sustituyó la nota ut por do, pues esta sílaba facilitaba el solfeo por terminar en vocal. Constató que era difícil solfear con la nota ut ya que terminaba en una consonante sorda, tuvo la idea de reemplazarla con la primera sílaba de su propio apellido (do) para facilitar su pronunciación.


Ut queant laxis resonare fibris
Mira gestorum famuli tuorum,
Solve polluti labii reatum,
          Sancte Joannes.

Nuntius celso veniens Olympo,
Te patri magnum fore nasciturum,
Nomen, et vitae seriem gerendae
          Ordine promit.

Ille promissi dubius superni,
Perdidit promptae modulos loquelae:
Sed reformasti genitus peremptae
          Organa vocis.

Ventris obstruso recubans cubili
Senseras Regem thalamo manentem:
Hinc parens nati meritis uterque
          Abdita pandit.

Sic decus Patri, genitaeque Proli,
Et tibi compar utriusque virtus,
Spiritus semper, Deus unus, omni
          Temporis aevo.


Con el objeto de que nuestras voces
Puedan cantar tus grandes maravillas,
Desata nuestros labios mancil1ados,
Oh San Juan el Bautista.

Un Angel del Señor trajo a tu padre
La nueva de que pronto nacerías,
Y le dictó tu nombre y le predijo
El curso de tu vida.

Pero como dudara de estas cosas
Perdió la voz y el habla Zacarías,
Y sólo las halló cuando tus ojos
Vieron la luz del día.

Desde el vientre materno presentiste
A tu Rey en el Vientre de María,
Y al revelárselo a Isabel mostraste
Lo que después serias.

Gloria al Padre celeste, gloria al Hijo
Que engendrado por Él en Él habita,
Y gloria al Paracleto que los une,
Por tiempos sin medida.

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