jueves, 3 de abril de 2014

Gregorio Allegri. Miserere

Escuchamos hoy el célebre Misere de Gregorio Allegri. Se trata del salmo penitencial por excelencia: el salmo 50. Suele rezarse durante los tiempos penitenciales, especialmente durante la Cuaresma. La historia de la composición que nos ocupa es muy rica. En un principio, se impuso una prohibición de ejecutar la obra fuera de la Capilla Sixtina (incluso se amenazaba con la excomunión a quien la copiara). El Emperador Leopoldo I de Austria solicitó y obtuvo una copia, que conservó en la Biblioteca Imperial de Viena. Sin embargo, cuando la hizo ejecutar pensó que había sido engañado. El Papa entonces despidió al maestro de capilla de la época, quien tuvo que trasladarse a Viena para explicar las técnicas de ejecución y las improvisaciones (los llamados abbellimenti que nunca eran escritos, sino que eran pasados de intérprete a intérprete en el coro de la Capilla) que según él no podían ser reflejados en el papel, a fin de poder ser contratado nuevamente. Wolfgang Amadeus Mozart con tan sólo 14 años, luego de escucharla tan sólo una vez, transcribió la obra al papel de memoria, para luego hacerle correcciones menores en una segunda ocasión.

Hoy escuchamos este Miserere de Allegri en la versión del Coro del Clare College de Cambridge, dirigido por Timothy Brown.


Miserere mei, Deus: secundum magnam misericordiam tuam.
Et secundum multitudinem miserationum tuarum, dele iniquitatem meam.
Amplius lava me ab iniquitate mea: et a peccato meo munda me.
Quoniam iniquitatem meam ego cognosco: et peccatum meum contra me est semper.
Tibi soli peccavi, et malum coram te feci: ut justificeris in sermonibus tuis, et vincas cum judicaris.
Ecce enim in iniquitatibus conceptus sum: et in peccatis concepit me mater mea.
Ecce enim veritatem dilexisti: incerta et occulta sapientiae tuae manifestasti mihi.
Asperges me hysopo, et mundabor: lavabis me, et super nivem dealbabor.
Auditui meo dabis gaudium et laetitiam: et exsultabunt ossa humiliata.
Averte faciem tuam a peccatis meis: et omnes iniquitates meas dele.
Cor mundum crea in me, Deus: et spiritum rectum innova in visceribus meis.
Ne proiicias me a facie tua: et spiritum sanctum tuum ne auferas a me.
Redde mihi laetitiam salutaris tui: et spiritu principali confirma me.
Docebo iniquos vias tuas: et impii ad te convertentur.
Libera me de sanguinibus, Deus, Deus salutis meae: et exsultabit lingua mea justitiam tuam.
Domine, labia mea aperies: et os meum annuntiabit laudem tuam.
Quoniam si voluisses sacrificium, dedissem utique: holocaustis non delectaberis.
Sacrificium Deo spiritus contribulatus: cor contritum, et humiliatum, Deus, non despicies.
Benigne fac, Domine, in bona voluntate tua Sion: ut aedificentur muri Ierusalem.
Tunc acceptabis sacrificium justitiae, oblationes, et holocausta: tunc imponent super altare tuum vitulos.

Ten piedad de mí, oh Dios, por tu gran bondad. De acuerdo con la multitud de tus piedades, elimina todas mis ofensas.
Lávame más de mi maldad, y límpiame de mi pecado.
Porque yo reconozco mis faltas y mi pecado está siempre delante de mí.
Contra ti solo he pecado, y he hecho lo malo delante de tus ojos: que seas reconocido justo en tu palabra, y claro cuando sea juzgado.
He aquí, yo nací en iniquidad, y en el pecado de mi madre fui concebido.
Pero he aquí, que requieres la verdad en lo íntimo, y me haces entender la sabiduría secretamente.
Tú purifícame con hisopo, y seré limpio: Tú lávame y quedaré más blanco que la nieve.
Tú me haces oir hablar de gozo y alegría: como los huesos que han abatido mi regocijo. No vuelvas tu rostro hacia mis pecados, y saca todas mis maldades. Házme de un corazón limpio, oh Dios, y renueva un espíritu recto dentro de mí. No me alejes de tu presencia, y no tomes tu Espíritu Santo de mí. O dame la alegría de tu ayuda nuevamente: Y afírmame con tu espíritu libre. Entonces voy a enseñar tus caminos a los malos, y los pecadores se convertirán a ti. Líbrame del pecado sanguíneo, oh Dios, Tú que eres el Dios de mi bienestar: Y cantará mi lengua tu justicia. Tú me abrirás los labios, oh Señor, y mi boca mostrará tu alabanza.
Pues si hubiérais querido un sacrificio, yo os lo hubiera dado: pero no os deleitéis en los holocaustos. El sacrificio de Dios es un espíritu quebrantado: un corazón contrito y roto, oh Dios, no lo desprecies.
Que seas favorable y benigno para con Sion: para que se edifiquen los muros de Jerusalén. Entonces te agradarán los sacrificios de justicia, con los holocaustos y oblaciones: entonces se ofrecen becerros sobre tu altar.

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